jueves, 17 de noviembre de 2011

Oda a Ravel



Los veréis atender delicadamente a su reclamo. Justo cuando absortos en yunques, pucheros y labranza, la cálida caricia del olor a madre de sus pueblos susurren insurgencia contenida en su corazón.

Y uno a uno irán abandonando sus casas, dejando atrás a queridos y ajenos, pero precisamente, será al hogar, su hogar, al que comiencen a marchar. Centurias de ellos. Compañías enteras y no tropeles, armadas con curiosidad y benevolencia de nostálgicos recuerdos de juegos de infancia.

Los adoquines soportarán congratulados el ritmo de sus pasos inocentes, pero cargados con las más resueltas intenciones, intenciones que serán para muchos, malas intenciones. Pero lo serán solo para aquellos que no pueden escuchar su delicado reclamo, aquellos que se dedicaron a cebar sus indecentes egos con los sueños e ilusiones de otros. 

Será para ellos la peor de las pesadillas, el peor temor del mal pastor: su dócil rebaño convertido en un magnífico ejército de corderos dispuestos a pedir cuentas sobre la lana que tantas veces les fue esquilada.

Y cuando ella se levante y grite “¡Al loco, al loco!” Él tan solo podrá contestar: “Ella lo ha comprendido.”

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Tu opinión me interesa. Ten libertad para criticar lo que se cuece por aquí.