Como
algunos sabéis, en estos momentos me encuentro muy implicado en un relato
fantástico que dio sus primeros pasos en una actividad colectiva (Crónicas del
Laberinto del Cenit), que inicié en internet hace años y que quedó aparcada por
dedicar mi atención a La Ciudad de los Hombres Huecos (libro en etapa final,
pero que no ha encontrado aún padrino para ser comercializado).
Quiero
hablaros de mi experiencia con este género, y al final del post, os pediré algo
de ayuda a los que estéis dispuestos a brindármela y a cambio voy a tratar de
haceros partícipes de mi trabajo.
El
desarrollo de un relato fantástico posee cualidades muy especiales que lo
alejan en mucho de la creación de una historia de cualquier otro género.
Cuando
te sientas a escribir un relato de novela negra, por ejemplo, ha surgido un
chispazo en forma de personaje, escena, detalle o diálogo poderosos que valen
la pena explotar. Con un poco de experiencia en esto, aplicas algunos trucos
que van puliendo la idea, como un giro de efecto, información morbosa o que
pueda ser de interés para el lector, una forma “x” de conformar la narración
para hacerla absorbente… mil técnicas como las que pueda conocer un pintor para
llegar a una forma completa de lo que comenzó como una buena idea para lucirte
en unas cuantas páginas.
Si
se trata de una novela o relato más largo, bueno, la cosa se complica porque
tienes que estirar esas técnicas o abundar en ellas para hacer que tu historia
sea adictiva, creíble y que no pierda la fuerza de una sencilla buena idea
durante un buen puñado de páginas. Es decir, esa idea tiene que convertirse en
una gran historia para que necesite unas horas de lectura en ser descubierta.
Pero
con la fantasía pasa algo muy diferente, y quizá por eso se le llame fantasía.
Porque se alimenta de ese combustible tan inflamable que hace arder nuestras
ilusiones en un mundo demasiado real. Entonces, la idea no se trabaja, sino que
es una semilla que se planta y cuida en espera de que crezca por sí sola. Y con
suficiente cariño y paciencia, brota como un torrente inagotable si la semilla
es lo suficientemente fuerte y el suelo en la que la plantas es fértil.
No
me canso de repetir, que en el caso de este proyecto, la sensación al sentarse
a escribir es la de estar tratando de describir una película que alguien va
proyectando en tu cabeza, como si la autoría de la historia no te perteneciera,
porque brota sin control, sin premeditación. Lo que trato de explicar parece
tópico o cursi, pero os prometo que es lo que siento cuando estoy con esto, y
lo que me hace disfrutarlo tanto: descubrir la historia como la descubriría
cualquiera que la lea después de que yo trate de traducir las imágenes que se
agolpan como un susurro de una historia con voz propia.
Por
supuesto, existían desde un principio unas nociones básicas del periplo que los
personajes recorrerían, pasajes o escenas clave que debían encajar en alguna
parte, los personajes en sí, al menos los más importantes, pero en general se
trata de la creación de piezas tan poderosas por sí mismas de un puzle infinito,
que se convierten en fuentes desde las que van surgiendo otras piezas que no
dejan de amontonarse sobre la mesa.
Es
cuando llega la gran diferencia con el resto de géneros. En lugar de ir
planeando el curso de la historia linealmente, resulta mucho más provechoso
crear un escenario sin reparar en esfuerzos a la hora de ofrecer detalles sobre
el mismo. Plantar las bases.
Después,
ya te contaran tus personajes qué buscan en cada momento. Sus orígenes, sus
objetivos, sus temores, todo se extiende y conecta casi automáticamente si el
escenario es producto de un trabajo completo y concienzudo hasta dar sentido a
ese montón de piezas inconexas.
De
tal modo, en este caso, la primera fase de creación para el Diario de un
Demonio (el título no está nada claro), se ha basado en plantar las semillas en
espera de recoger la cosecha. De hecho, durante este proceso, ya ha surgido por
sí misma la posibilidad de continuar la historia con uno o dos tomos más en un
futuro.
Una
vez confeccionado un mapa (no hay historia de fantasía digna sin un mapa que se
precie), el esbozo de los principales personajes y culturas que lo pueblan y un
“génesis” que justifique su existencia, viene la parte más divertida y
fascinante: dejar que las notas de la canción la compongan sin intervenir más
que lo necesario para que la interpretación esté a la altura de su esencia.
La
imagen
que os adjunto es un ejemplo de lo que os hablo.
Y
ahora es cuando os pido ayuda. Si habéis leído las entradas de Extravagancia
que hacen referencia a este proyecto (Crónicas del Laberinto del Cenit, La
Bestia, Cuento de Hadas para Adultos), y ha despertado en algo vuestro interés,
pongo a vuestra disposición un blog privado al respecto, para que podáis
disfrutar de las herramientas de trabajo previo y la historia en sí en tiempo
real, y que podamos discutir los detalles de la misma.
Esto
me interesa especialmente, porque quiero que sea una historia que todo el mundo
pueda disfrutar, y que tanto personas acostumbradas al género puedan ver
satisfechas sus exigentes expectativas, como los que no lo estén tanto puedan
ayudarme a hacerla más accesible través de sus sugerencias o consultas.
Es
privado, porque os invito a mi taller en tiempo real y no puede ser a puertas
abiertas por motivos obvios, pero sería para mí un placer compartir este
trabajo desde el principio en petit comité si quisierais acompañarme.
Así
que
por favor, enviadme un correo a mayorlaso@yahoo.es con la dirección de la cuenta que quereis asociar al blog o indicadmelo aquí mismo comentando el post. Inmediatamente yo os mandaré una invitación para poder disfrutar del trabajo entre bastidores. Solo teneis que aceptarla y ya podreis entrar.
Muchas
gracias y un fuerte abrazo.