martes, 3 de mayo de 2022

¿Huir o pelear?



Se escuchan gritos desesperados, perseguidos por bestiales gruñidos lejanos que terminan en silencios intermitentes, solamente interrumpidos por otro eslabón que representa una huida o una lucha, que en ningún caso acaba felizmente.


El pánico se abre camino por las venas, y envenena el corazón, que late como jamás lo había hecho en tu vida. El cerebro no arranca, porque no posee información como combustible para dar respuestas, y el constante bombardeo de gritos en el exterior ha congelado el carburador de tu cabeza.


La angustia casi se siente como el hambre terrible del ayuno impuesto. Tienes que invertir unos segundos de concentración cada cinco minutos, para no vomitar. Una voz en tu cabeza te da una bofetada: ¡busca un arma!


Una ventana de cristal se revienta entre tus sienes... algo está deslizándose por la ventana de la cocina hacia el interior.


El pánico ahoga tu respiración. Lo que parece una sombra de Chuck, tu vecino, está abriendo en canal su abdomen mientras se esfuerza torpemente por arrastrarse a través de la ventana. Su intestino se descuelga desde la tripa, enganchado a uno de los cristales como el cable de un teléfono de pared.


Ya está dentro. Levanta su cara: los ojos grises como los de un pez, y la boca llena de sangre y las heces que alguien llevaba dentro al momento de devorarlo.


Al final no eres tan tonto. Todas estas conclusiones las has sacado tu solito, porque, llegado el momento, el cerebro es capaz de centrarse en lo que de verdad importa.


Ahora es el momento de escoger... ¿Huir o pelear?

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